Helena ¡No!
Comencé a registrar que al educar a mi mascota, yo ejecutaba comandos que tenían que tener una respuesta específica en el animal. Que al hacer esto, estaba reprimiendo el instinto animal, de la misma forma que la sociedad reprime el instinto humano, con la búsqueda de un objetivo. Realicé el molde de una botella en 3 taceles, se me ocurrió comandar a la botella y aprovechándo el estado de cuero blando de la materia, ordenarle que: se siente, que coma, que duerma, que no rompa. Fue necesario escribir el texto del comando sobre el lomo de la botella, para que este sea específico y no azaroso. La morfología de la botella jugó a mi favor para transmitir mí intención. Luego decidí hacer lo mismo con vasos, pero en este caso decidí mostrar al animal no reprimido: olfateando a otro animal, haciendo sus necesidades, rascándose. Sobre los vasos están transferidas las imágenes de las acciones de los animales. La botella como un contenedor que vierte sus comandos en otro contenedor: el vaso.