El chori merece respeto
La obra está conformada por una mesa con mantel blanco hasta el piso y sobre ella, todos los implementos de una "choripaneada": pan, chorizos, vasos, jarras pingüinos, cartones de vino, sifones, cuchillas, todo realizado en bizcocho cerámico blanco. Nuestra mesa es también una inscripción al fotógrafo de “Asado en Mendiolaza”, pero asegurando que la cena no es la última, sino una comunión de todas. Proponemos entonces, una mesa siempre lista que es sobre todo un escenario en donde se proyecta el ritual de la choripaneada, de la reunión. Una mesa-excusa, una mesa-pretexto. Una mesa blanca, rígida, perenne, como un fósil surrealista de los rituales gastronómicos. Un ritual que todos conocemos-hacemos una y muchas veces a lo largo de la vida. Juntarnos con familia y amigos con la excusa de una comida. El choripan, comida casi de excepción argentina. Su consumo atraviesa situaciones y perfiles sociales múltiples, por eso, elegimos presentarlo junto al resto de los elementos que conforman una mesa lista y expectante, de modo permanente e inalterable.